¿Hay una fórmula del éxito para tu negocio?
La respuesta, sin dudas, es que sí. La hay o, mejor dicho, las hay.
Según Albert Einstein es: A=X+Y+Z Donde A=éxito, X=trabajo, Y=suerte y Z=silencio (que nadie te distraiga).
Otros autores hablan de: E = (DI+DP) X AE + P Donde E=éxito, DI= deseos internos, DP=dirección y propósito, AE= acción efectiva, P=persistencia
Y… ¿Por qué no aportar la nuestra?
Si relacionamos éxito con los beneficios de un negocio, la preciada y tan anhelada fórmula del éxito podría ser del tipo: Ventas * (A-B) Donde A es el conjunto de valores positivos y B los factores negativos.
Sí, es un planteamiento muy básico, demasiado al no contemplar los márgenes ni detectar y cuantificar esos ‘factores’. De hecho, no sabemos ni si A y B se pueden restar aunque siempre podemos desarrollarla un poco más para verla desde otro ángulo: ventas*(A-B)= (ventas*A)-(ventas*B).
Aporta poco valor pero… no busquemos más, ésta es la fórmula (o algo parecido a ella).
Está claro que el verdadero y único motor de cualquier negocio son las ventas y éstas están directa e íntimamente relacionadas con los clientes, al ser por definición, los que compran. Por tanto, y como ejemplo, el aumento del nº de clientes sería un ‘factor positivo’ y si somos capaces de incrementarlo estaremos más cercanos al éxito.
Pero… ¿Dónde está el secreto para obtener el éxito?
El secreto reside en desarrollar aún más esta fórmula y seguir una metodología para alcanzar el objetivo final. Avanzamos que tampoco vamos a descubrir nada con esa metodología (aunque nos recuerde a la fórmula de Anthony Robbins) pero… Ojo! Sin darnos cuenta ya tenemos uno de los primeros pasos absolutamente necesarios para empezar a caminar o seguir haciéndolo: tener un objetivo, las ventas.
La metodología es fácil: 1.- Dividir nuestro objetivo en micro-objetivos o retos o hitos. 2.- Marcar una estrategia para alcanzar esos pequeños objetivos.
Una comparación fácil es pensar en esa escapada de fin de semana en la que ya decidimos el nuevo destino final (objetivo) pero nos falta la ruta a seguir.
Para empezar deberemos marcar las etapas para completarla: ¿De dónde parto? ¿Hacia dónde voy para llegar a un 1er punto? ¿Cuánto tardaré? ¿Y los puntos sucesivos? ¿Cuáles deben ser y cuánto tardaré en alcanzarlos?
La hoja de ruta ya está lista y debe importarnos poco si durante el trayecto surgen cambios e imprevistos (que saldrán) ya que seremos o debemos ser capaces de adaptarnos a ellos y reconstruir una nueva ruta. Sea lo que sea o pase lo que pase…es importante disponer de esta 1ª ruta para no perdernos y debemos intentar seguirla a rajatabla.
Para toda esta metodología deberemos contemplar los factores, positivos y negativos ya que influyen de forma continua y forman parte de nuestra fórmula.
Necesitamos detectarlos y ponderarlos creando un ‘análisis DAFO’ dinámico.
Volvamos a la ruta dónde también encontraremos factores negativos – ¿Va a llover? ¿Helará? ¿Las ruedas del coche están gastadas? ¿Deberé repostar y hacer otras paradas? – y factores positivos – la distancia puede ser corta, el viento soplará a favor, predominan las bajadas por lo que el consumo será menor,…-.
En nuestro caso deberemos pensar y analizar en términos de precio, producto o servicio, sector, mercado, valor añadido, prescriptores, contactos, herramientas, marketing,…
A tener en cuenta…
Hay un factor o conjunto de factores nuevos, realmente importante y que debemos contemplar.: el ‘mundo digital’. Son nuevos factores que, pertenecientes al ‘mundo digital‘ y englobados bajo el término de ‘marketing digital’, han aparecido y se mantienen cambiando profundamente el panorama actual.
No ha cambiado la metodología (marcarse objetivos y micro-objetivos, estrategias y hojas de ruta), ni tan siquiera nuestra fórmula ‘secreta’, pero sí han aparecido nuevos mercados, herramientas, canales y medios que pueden influir muchísimo en la fórmula del éxito (redes sociales, blogs, publicidad online, posicionamiento buscadores, vender por internet,…).
El mundo digital existe, es una realidad independientemente de que una empresa tenga o no presencia en él mismo.
Existe y, por tanto, siempre debe aparecer en la fórmula para intentar que sea completa.
¿Lo contemplas? ¿Necesitas ayuda?